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Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad define la custodia del territorio como el conjunto de estrategias o técnicas jurídicas a través de las cuales se implican a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y uso de los valores y los recursos naturales, culturales y paisajísticos.
Y define las Entidades de custodia del territorio como organizaciones públicas o privadas, sin ánimo de lucro, que llevan a cabo iniciativas que incluyan la realización de acuerdos de custodia del territorio para la conservación del patrimonio natural y la biodiversidad.

Desde el año 2007 que se publicó la Ley del Patrimonio, el impulso de la custodia del territorio en España ha sido grande, pero los resultados probablemente no se correspondan con el esfuerzo que se ha hecho. Esta situación tiene su origen en dos causas fundamentales: la desconfianza de los propietarios de los terrenos a firmar dichos acuerdos con una serie de entidades que hasta ese momento han actuado como meros fiscalizadores de la gestión que hacían sobre sus propiedades; y a la inexistencia de fondos económicos de administraciones y cajas de ahorro o bancos, dedicados a financiar el mecenazgo de la custodia.

Estas dos causas unidas, constituyen una pinza que está ahogando al movimiento de custodia en España, obligando a muchos de sus impulsores a replantearse su hoja de ruta. No así a los que tienen claras sus ideas y han sido capaces de convencer con el esfuerzo a esos propietarios desconfiados, sin que la falta de dinero, ponga en peligro su proyecto. Entidades de custodia que vienen trabajando desde hace muchos años de forma seria y que en nada se parecen a estos paracaidistas que solo buscan un lugar donde encontrar una poltrona que les permita vivir holgadamente a costa del dinero público de todos nosotros.

Cuando lo lógico sería identificar un valor de nuestro patrimonio natural que custodiar y proteger, para a continuación entablar un diálogo con el propietario de ese bien o del territorio donde se encuentra, se ha pasado a buscar desesperadamente una base territorial cuyos propietarios se desentiendan de la gestión y la confíen completamente en los encargados de la custodia. Es decir, que hemos pasado a buscar un terreno, para después preocuparnos de encontrar algo dentro que poder custodiar, o que ese algo llegué allí con el tiempo.

Estos “paracaidistas de la custodia” van a ser, muy probablemente, los que mayor daño causen a este interesante e importante movimiento conservacionista, puesto que con sus minicortijos se convertirán en malos ejemplos que desvirtuarán a las Entidades conservacionistas que realmente trabajan como verdaderas entidades de custodia y que merecen el respeto de todos.

En el mundo de la caza también hemos empezado a ver caer estos paracaidistas advenedizos, que han encontrado en las Sociedades de Cazadores una presa fácil sobre la que montar sus cortijos. Y sorprende ver cómo muchos de ellos, que hasta hace cuatro días eran críticos con la actividad cinegética, ahora se interesan por ella y hasta reconocen con la boca pequeña el valor que la gestión cinegética tiene (la que se hace bien) para la conservación del patrimonio natural. Y aunque en el fondo no pueden disimular su repulsa contra la caza y los cazadores, no tienen reparo alguno en tragar saliva y esbozar una blanca sonrisa ante los cazadores de pueblo, los que practican la caza social, para poder montar a toda costa su minicortijo particular.

Pero este interés se torna en preocupación, cuando la Sociedad de cazadores que tienen delante explica al paracaidista de la custodia que en sus estatutos ya se recoge el espíritu de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Que tienen planes de ordenación del patrimonio natural cinegético para gestionar a éstas especies que son y forman parte de la fauna de nuestro Patrimonio Natural, que hacen actuaciones para mejorarlo, y que vienen trabajando desde hace muchos años bajo el estricto control de la Administración, con las únicas aportaciones de los socios que la forman y con su trabajo altruista.

Y la preocupación se convierte en indignación cuando el cazador de pueblo, le cuenta al paracaidista, que su Sociedad está dentro de una Asociación autonómica (red de custodia), y que a su vez está dentro de una red estatal de custodia. Curiosamente esta preocupación no surge en aquellos que realmente trabajan por la custodia, ya que no tienen esa necesidad vital de montarse un minicortijo y se interesa por lo que hacen esas Sociedades de Cazadores y buscan líneas de colaboración mutua, que sirvan para enriquecer sus proyectos.

Es entonces cuando surge el problema para el paracaidista, que ve peligrar su aspiración de montarse un minicortijo y empieza a buscarle tres pies al gato, porque los cazadores no necesitan de sus servicios para seguir haciendo lo que saben y siempre hicieron. Lo que se transmitió de abuelos a padres y a hijos, sin ayudas económicas de las Administraciones o de la obra social de los bancos, es por si solo un perfecto ejemplo de custodia del territorio, aunque no les guste a esos paracaidistas que solo buscan su interés personal.


Notas:
- Según la RAE, la custodia es la acción y efecto de custodiar (guardar con cuidado y vigilancia).
- Las Sociedades de Cazadores, como personas jurídicas ni pegan tiros ni cazan, se dedican a administrar, gestionar, y guardar con cuidado y vigilancia las especies cinegéticas.

Antonio Mota
Secretario de UNAC

Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad define la custodia del territorio como el conjunto de estrategias o técnicas jurídicas a través de las cuales se implican a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y uso de los valores y los recursos naturales, culturales y paisajísticos.
Y define las Entidades de custodia del territorio como organizaciones públicas o privadas, sin ánimo de lucro, que llevan a cabo iniciativas que incluyan la realización de acuerdos de custodia del territorio para la conservación del patrimonio natural y la biodiversidad.

Desde el año 2007 que se publicó la Ley del Patrimonio, el impulso de la custodia del territorio en España ha sido grande, pero los resultados probablemente no se correspondan con el esfuerzo que se ha hecho. Esta situación tiene su origen en dos causas fundamentales: la desconfianza de los propietarios de los terrenos a firmar dichos acuerdos con una serie de entidades que hasta ese momento han actuado como meros fiscalizadores de la gestión que hacían sobre sus propiedades; y a la inexistencia de fondos económicos de administraciones y cajas de ahorro o bancos, dedicados a financiar el mecenazgo de la custodia.

Estas dos causas unidas, constituyen una pinza que está ahogando al movimiento de custodia en España, obligando a muchos de sus impulsores a replantearse su hoja de ruta. No así a los que tienen claras sus ideas y han sido capaces de convencer con el esfuerzo a esos propietarios desconfiados, sin que la falta de dinero, ponga en peligro su proyecto. Entidades de custodia que vienen trabajando desde hace muchos años de forma seria y que en nada se parecen a estos paracaidistas que solo buscan un lugar donde encontrar una poltrona que les permita vivir holgadamente a costa del dinero público de todos nosotros.

Cuando lo lógico sería identificar un valor de nuestro patrimonio natural que custodiar y proteger, para a continuación entablar un diálogo con el propietario de ese bien o del territorio donde se encuentra, se ha pasado a buscar desesperadamente una base territorial cuyos propietarios se desentiendan de la gestión y la confíen completamente en los encargados de la custodia. Es decir, que hemos pasado a buscar un terreno, para después preocuparnos de encontrar algo dentro que poder custodiar, o que ese algo llegué allí con el tiempo.

Estos “paracaidistas de la custodia” van a ser, muy probablemente, los que mayor daño causen a este interesante e importante movimiento conservacionista, puesto que con sus minicortijos se convertirán en malos ejemplos que desvirtuarán a las Entidades conservacionistas que realmente trabajan como verdaderas entidades de custodia y que merecen el respeto de todos.

En el mundo de la caza también hemos empezado a ver caer estos paracaidistas advenedizos, que han encontrado en las Sociedades de Cazadores una presa fácil sobre la que montar sus cortijos. Y sorprende ver cómo muchos de ellos, que hasta hace cuatro días eran críticos con la actividad cinegética, ahora se interesan por ella y hasta reconocen con la boca pequeña el valor que la gestión cinegética tiene (la que se hace bien) para la conservación del patrimonio natural. Y aunque en el fondo no pueden disimular su repulsa contra la caza y los cazadores, no tienen reparo alguno en tragar saliva y esbozar una blanca sonrisa ante los cazadores de pueblo, los que practican la caza social, para poder montar a toda costa su minicortijo particular.

Pero este interés se torna en preocupación, cuando la Sociedad de cazadores que tienen delante explica al paracaidista de la custodia que en sus estatutos ya se recoge el espíritu de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Que tienen planes de ordenación del patrimonio natural cinegético para gestionar a éstas especies que son y forman parte de la fauna de nuestro Patrimonio Natural, que hacen actuaciones para mejorarlo, y que vienen trabajando desde hace muchos años bajo el estricto control de la Administración, con las únicas aportaciones de los socios que la forman y con su trabajo altruista.

Y la preocupación se convierte en indignación cuando el cazador de pueblo, le cuenta al paracaidista, que su Sociedad está dentro de una Asociación autonómica (red de custodia), y que a su vez está dentro de una red estatal de custodia. Curiosamente esta preocupación no surge en aquellos que realmente trabajan por la custodia, ya que no tienen esa necesidad vital de montarse un minicortijo y se interesa por lo que hacen esas Sociedades de Cazadores y buscan líneas de colaboración mutua, que sirvan para enriquecer sus proyectos.

Es entonces cuando surge el problema para el paracaidista, que ve peligrar su aspiración de montarse un minicortijo y empieza a buscarle tres pies al gato, porque los cazadores no necesitan de sus servicios para seguir haciendo lo que saben y siempre hicieron. Lo que se transmitió de abuelos a padres y a hijos, sin ayudas económicas de las Administraciones o de la obra social de los bancos, es por si solo un perfecto ejemplo de custodia del territorio, aunque no les guste a esos paracaidistas que solo buscan su interés personal.


Notas:
- Según la RAE, la custodia es la acción y efecto de custodiar (guardar con cuidado y vigilancia).
- Las Sociedades de Cazadores, como personas jurídicas ni pegan tiros ni cazan, se dedican a administrar, gestionar, y guardar con cuidado y vigilancia las especies cinegéticas.

Antonio Mota
Secretario de UNAC

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al iluminado como “alumbrado” y como “el individuo de una secta herética y secreta fundada en 1776 por el bávaro Adán Weishaupt, que con la ciega obediencia de sus adeptos pretendía establecer un sistema moral contrario al orden existente en religión, propiedad y familia”.
De las dos definiciones, me quedo indudablemente con la segunda; adaptándola, claro está a la fecha actual y a lo que representa el movimiento “S.O.S. Salvemos la perdiz roja” en el mundo de la caza.

Sin duda alguna, lo que pretende “S.O.S. Salvemos la perdiz roja” se puede calificar como hérético, de ciega obediencia (hacia nuestra perdiz), y dispuesto a establecer un sistema contrario al orden existente. Y creo que su fundador, es totalmente consciente de ello.

Aunque también han empezado a ser conscientes de lo que significa ese movimiento herético los que en su día lo apoyaron, en medio de la “I Guerra Mundial Federativa” que desde el año pasado sufrimos pacientemente todos los cazadores de este país y los medios de comunicación cinegéticos.

Los que se arrimaron a sacarse la foto en su día, ahora se han dado cuenta de que el niño ha salido rebelde y que no dice lo que esperaban oír. Que no se corta un pelo y que sigue diciendo las mismas verdades del barquero que desde el primer día dijo. Y que le da lo mismo, soltarlas delante de los gerifaltes del Ministerio que de los apoltronados del deporte.

Sin duda alguna que el objetivo “iluminado”, con el cual ya le ha definido uno de los generales que participan en la “I Guerra Mundial Federativa”, le viene que ni pintado. Porque no ha traicionado a los suyos, a pesar de los muchos cantos de sirena que ha escuchado y escucha todos los días. Porque cree que se puede cambiar lo que pasa con nuestra perdiz y porque confía en sus compañeros cazadores que se han sumado a la campaña de recogida de firmas con una respuesta inusitada para un colectivo como el nuestro, acostumbrado siempre a esperar sentados a que alguien les solucione sus problemas.

Ahora Marcos Pedregal no está solo, porque tiene a los cazadores detrás, como nunca pasó en este país. Ellos también son “iluminados” y hacen falta para cambiar la caza en este país. Eso les convierte en una poderosa secta herética que puede hacer tambalear los pilares podridos que sustentan la caza en España.

Nos hace falta muchos más iluminados para cambiar esto.

Antonio Mota – Secretario de UNAC

Antonio Mota. Coordinador de UNITEGA y Secretario de UNAC

En el verano del año 1999 los Tecores (cotos de caza) situados en los terrenos de la Laguna de Antela afrontaron el difícil reto de poner en funcionamiento un novedoso sistema de aprovechamiento de la codorniz durante los meses de agosto y septiembre. Aquella oportunidad de demostrar a la Administración y a los grupos anti-caza que se podía realizar un aprovechamiento de la codorniz sin que se cumpliera su vaticinio de “vais a acabar con todo bicho que se os ponga por delante” no fue desaprovechada por los cazadores ourensanos, y doce años después, quizás ha llegado el momento de echar la vista a tras y tomar conciencia de lo que se hizo, levantar la cabeza con un poquito de orgullo.

Ha llegado el tiempo de recordar aquel pequeño triunfo, y de los que vinieron después, cuando con mucho esfuerzo fuimos capaces de ampliar también la caza a la paloma torcaz y a la tórtola, convirtiéndonos de nuevo en ciudadanos y cazadores de primera, como los del resto de Autonomías de España. Dando un paso más en nuestra reivindicación diaria por conseguir "Los Derechos de la Caza”.

El nuestro es un colectivo acostumbrado a ver como limitan y coartan día tras día su actividad de ocio, como si de una pequeña fortaleza permanentemente asediada se tratara, esperando una y otra vez agachados detrás de nuestras murallas las envestidas de todos los que nos rodean y que vienen dispuestos a morder un pedazo más de las almenas que defendemos cada vez con más convencimiento de que esos nobles que nos lideran desde antaño siguen subidos a los altos minaretes color marfil de este castillo nuestro que se llama “La Caza”, carentes de intención y de argumentos para defendernos, ondeado  una bandera con cinco aros de colores sobre nuestras cabezas que no nos hace sentir nada, y sin querer bajarse de esas alturas que deben marearles hasta el punto de no dar el golpe de mano que haga cambiar de una vez por todas el rumbo de esta contienda.

En la dureza de esa cruenta batalla que libramos día a día, no debemos olvidar nuestra identidad de cazadores, y recordar triunfos como el que hemos logrado en Galicia utilizando únicamente los argumentos de la caza racional y sostenible, y sin necesidad de hablar de ni de dineros, ni de campeonatos ni de gaitas de esas.

Antonio Mota - Secretario de UNAC

El décimo aniversario de una asociación suele ser un evento importante, pero si esa asociación es de cazadores, sin duda alguna un momento así se puede considerar una verdadera hazaña. Y es que nuestro colectivo no se ha caracterizado nunca por su unión ni por la abundancia de iniciativas para crear entidades que sirvan para defender sus verdaderos intereses y, porque no decirlo, por perseguir los Derechos de la Caza, nuestros derechos como cazadores que somos.
Pocas alternativas han existido para nosotros, salvo las de estar dentro o fuera de una estructura vertical que ha tratado de dirigir la caza en este país desde hace más de 75 años, sin dejar espacio físico a otras entidades, o a que cuando éstas finalmente se creaban, pudieran perdurar en el tiempo. Es por eso, que para todos los socios del Club de Cazadores de Becada, su décimo aniversario debe ser algo más que un simple celebración de los primeros diez años de existencia, y como cazadores que somos, tenemos la obligación moral de felicitaros, animaros y ayudaros para que la labor que estáis desarrollando perdure en el tiempo.
A día de hoy el Club de Cazadores de Becada es un referente para todos nosotros, y un orgullo para nuestro colectivo, puesto que con sus novedosas iniciativas están consiguiendo que la sociedad pueda entender la caza como una herramienta más dentro de las muchas herramientas, que si se saben aplicar, están sirviendo para conservar nuestro Patrimonio Natural Cinegético. Como cazadores de la Unión Nacional de Asociación de Caza, valla nuestra más sincera felicitación para todos vosotros.

La UNAC, es una asociación creada en el año 2005 para aglutinar a las Asociaciones Autonómicas de Sociedades de cazadores que entienden que la caza no es un deporte sino una actividad ancestral con una entidad propia, aunque dentro de la misma se puedan regular competiciones o campeonatos. Los principales objetivos de la UNAC son la búsqueda de canales de comunicación con las Administraciones Estatales para dar solución a los principales problemas que venimos sufriendo en las últimas décadas, originados en unos casos por la creación de las Autonomías y en otros por la desidia de los que dicen representarnos y defender nuestros intereses ante las Administraciones.

La implantación de la Licencia Única de Caza (LUC), la unificación de las bases de datos de los registros de identificación de los perros de las CCAA, la asimilación del sistema europeo para cubrir los daños provocados por las especies cinegéticas en las carreteras y la reivindicación de los Derechos de la Caza ante la Sociedad en la que vivimos, son los principales objetivos que persiguen los cazadores de la UNAC y sobre los que venimos trabajando sin más recursos económicos y personales que los que aportados a través de nuestras asociaciones.


La UNAC también defiende la elaboración de la Ley de Patrimonio Natural Cinegético, como norma básica que sirva para regular nuestras especies cinegéticas, quedando la regulación de su caza en manos de las CCAA. Con esta propuesta se pretende dar solución a la disparidad de normas que han desarrollado las CCAA al haberles sido transferidas las competencias en materia de caza por el Estado. La UNAC entiende que las especies, y entre ellas las cinegéticas, son un Patrimonio de todos, por lo que su conservación si cabe dentro de las competencias del Estado, posibilitando de esta forma que se pueda dar una solución a este grave problema.

Además de las iniciativas que la UNAC ha venido desarrollando, durante nuestra corta existencia nos hemos preocupado de establecer lazos de colaboración con otras entidades asociativas del mundo de la caza para así poder trabajar en líneas de actuación comunes o foros de intercambio de experiencias que sirvan para mejorar el mundo de la caza en España. La política de la UNAC no es la de integrar, fagocitar o intervenir asociaciones, práctica muy propia en nuestro colectivo, sino la de firmar convenios de colaboración entre entidades que se tratan como iguales; y es por eso que durante el presente año 2009 se ha hecho lo propio con el Club de Cazadores de Becada. También, y aprovechando el momento de la firma del convenio, hemos entregado al Presidente del CCB, Felipe Díez una placa en la que nuestra UNION reconoce la labor que el Club de Cazadores de Becada está haciendo en la defensa de nuestro Patrimonio Natural Cinegético. Proyectos como “Scolopax sin fronteras” tienen un valor que debiera ser reconocido incluso por las entidades medioambientales por su aportación al estudio de nuestras especies, y en concreto de la Becada.

¡¡Enhorabuena a todos vosotros por como estáis haciendo las cosas!!

Antonio Mota. Coordinador de UNITEGA. Galicia 2009

La Editorial de TROFEO del mes de Diciembre habla de la mala imagen que del mundo de la caza tiene la Sociedad Española, de lo difícil que resultará que cambiemos esta situación y de la falta de una proyecto de comunicación común de todas las entidades que representan a los cazadores. Poco más puedo añadir al análisis que de la situación en que estamos inmersos ha hecho José Ignacio Ñudi, salvo hablar de nosotros mismos, los cazadores, que también somos parte de la solución que él pide.
El que suscribe, que tiene la suerte de trabajar todos los días en el campo, está acostumbrado al contacto con todas las personas y colectivos que viven de él o simplemente lo disfrutan, y como cazador que soy, trato también todos los días de quitar una piedra más de ese alto y grueso muro que nos separa cada vez más de la sociedad. Es una labor lenta, poco gratificante y de resultados inciertos, pero si no la hacemos nosotros ¿quién la va a hacer? al margen de campañas o proyectos de comunicación que puedan ser lanzados por las entidades de la caza, es la mejor aportación que los cazadores podemos hacer.

El paso del tiempo y la experiencia, han hecho que pueda responder cada vez con mayor soltura y confianza a las respuestas que me hacen los “no cazadores”, desde los más recalcitrantes anticaza a los indiferentes, y que éstos se marchen del campo rondándoles por la cabeza otra idea de la caza diferente a la que tienen. Estoy seguro de que algunos quedaron convencidos, y otros no, pero al menos estos últimos tendrán más reparos a la hora de criticar gratuitamente la caza que los que habían tenido hasta ahora, y eso ya es un logro, o al menos así lo creo yo. Hasta aquí, todo ha sido muy bonito.... Pero la realidad, mejor dicho, nuestra realidad, a veces nos juega malas pasadas.


Hace unos días, al empezar mi jornada laboral con un grupo de trabajadores sentí dentro de mis entrañas parte del odio que los anticaza nos demuestran día a día, cuando atravesando con los todo terreno una ruta de senderismo, de camino al monte que estábamos podando, puede ver la imagen de una perdigonada sobre una de las señales que allí estaban colocadas para orientar a los viandantes.

Mis compañeros de trabajo, acostumbrados a recibir alguna que otra parrafada sobre los cazadores, la conservación y lo de no recoger crías de corzo que parezcan abandonadas..., me miraron en silencio y yo solo puede decir “lo siento”. Ninguna palabra más fue capaz de salir de mi boca en ese momento, y una hora después, volviendo sobre mis pasos, tiré de cámara y saqué una foto a aquel atropello contra nuestra imagen que nosotros mismos habíamos cometidos. Cuando enfocaba la cámara, me pareció sentir aún las risas y el regocijo del que disparó y de los que le acompañaban asintiendo con su actitud, y durante toda la mañana de ese día no pude centrar mi cabeza en otra cosa. A los cazadores nos falta, además de los que dice José Ignacio Ñudi, que desarrollemos una Conciencia Colectiva que impida que situaciones como ésta se sucedan, porque si no lo hacemos, de poco servirán las campañas o proyectos de comunicación.

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